Mujeres Reales, Historias Reales

Conoce a Susana Balbo

Emprendedora: Susana Balbo
Empresas
: Susana Balbo Wines (http://en.susanabalbowines.com.ar)
Rol en la empresa
: Fundadora
País
: Argentina

¿A qué te dedicabas antes de tomar de decisión de emprender? ¿Cuándo y cómo supiste que querías fundar tu propia compañía?

Antes de emprender mi empresa, trabajé como enóloga durante 10 años en una bodega de Salta, Argentina. Me di cuenta que quería emprender cuando vi lo inseguro que puede ser tener un empleo en una compañía. Si bien el trabajo había sido estable por nueve años, la compañía empezó a tener problemas, y la primera variable de ajuste fue en los empleados. Estuve un año sin cobrar mi sueldo, cuando tenía que mantener a mi familia. Fue en ese momento que resolví volver a mi ciudad, Mendoza, donde conocía a más gente y sabía que iba a tener más posibilidades. Y allí fue donde nació mi primer emprendimiento, la bodega Susana Balbo.

La principal inspiración para emprender fue el sentir que yo podía hacer mucho más que trabajando para otra empresa, ya que dependía enteramente de lo que yo fuera capaz de hacer y de generar. Desde luego el estar fuera del área de confort significó tener que trabajar muchísimas horas, muchas veces sacrificando tiempos con la familia, pero realmente sentí que era dueño de mi destino, de mi vida. Creo que no hay incentivo más fuerte en la vida que sentir esa sensación de libertad. Es muy difícil que a uno le vaya mal si uno tiene el conocimiento, la idea de lo que uno quiere hacer, y la convicción. Los planetas se alinean cuando uno trabaja fuertemente.

¿Cómo fue el proceso de creación de tus compañías?

En Mendoza compramos una bodega muy viejita. Sacamos un crédito en el banco con el que compramos tecnología, reconstruimos la bodega y empezamos a producir vino de alta calidad. Pero cuando necesitamos más capital para poder desarrollar la marca y el mercado, no lo conseguimos, lo cual fue muy difícil. Para colmo, en el medio de este primer emprendimiento fui víctima de una estafa: habíamos comprado un seguro de caución que resultó ser falsa. Por suerte conseguimos recuperar el 70% del monto de la póliza, lo que nos permitió salvar los costos. Decidimos vender la bodega, y ¡no tener nunca más un emprendimiento!

Seguí trabajando para otras empresas como enóloga y consultora, pero cuatro años más tarde, en el 1999, terminé con un nuevo emprendimiento vitivinícola. Con la experiencia del fracaso, esta vez elegí muy bien la forma de emprender: me orienté hacia el mercado de exportación, que es mucho más confiable que el mercado argentino, mucho menos sujeto a las variaciones económicas internas. Me centré en un producto de nicho, de muy alta gama, que me fuera mucho más fácil colocar. Y no construí una bodega, sino que alquilé una. Y salí a visitar distintos mercados del mundo: empecé por Inglaterra, vendiendo las primeras 1.500 cajas. Hoy, 15 años más tarde, estamos exportando más de 220.000 cajas a más de 30 países del mundo.

¿Cuál fue el mayor “fracaso” que tuviste que enfrentar como emprendedora, y qué principales aprendizajes te dejó la experiencia?

Yo siempre digo que los fracasos son aprendizajes y son nuevos puntos de partida.

La experiencia que viví fue un nuevo punto de partida para mí, ya que me enseñó cómo no debía hacer las cosas. Si me preguntas cuál fue mi mayor fracaso, te digo que no tuve fracasos, sino un montón de experiencias que me enseñaron por dónde debería transitar con mayor seguridad en el futuro. Me parece que el fracaso es una palabra que puede hacerte sentir que no haces bien las cosas, a desilusionarte, a hacerte sentir que no sos capaz. En cambio cuando lo vivís como una experiencia, esa energía positiva, esas ganas de innovar y de hacer cosas, generan un mayor incentivo. Tu imaginación, tu creatividad y tu conocimiento se ponen al servicio de una nueva plataforma y de una nueva visión de lo que querés hacer, y es así que surgen las opciones.

Podés cambiar el sentido, pero nunca la dirección, que tiene que dirigirse a un objetivo claro. Quizás algunos días avanzás un poco, y otros días retrocedés otro poco. Pero cuando retrocedés,vas a rearmar tu ejército de talento y de posibilidades. Fue de esta manera que al cabo de cuatro años de trabajar como consultora para otras bodegas, volví a apostar por algo pensando en el futuro, que trascienda mi persona y que llegue a otras generaciones.

¿Dónde está hoy tu empresa y qué proyecciones tienes para los próximos cinco años?

Mi empresa está localizada en Luján de Cuyo, Mendoza, una de las mejores regiones vitivinícolas de Argentina, y muy buena para la producción de Cabernet Sauvignon. Tenemos proyecciones de crecimiento importante para el futuro, aunque estos últimos años hemos ido creciendo más despacio dadas las condiciones macroeconómicas del país. En estos últimos años me he encargado de preservarles la fuente de trabajo a todos mis empleados, un equipo muy bueno, porque para mí es una gran responsabilidad y los siento como mi familia.

Cuando empezamos en 1999, éramos tres personas. Hoy tengo 77 empleados fijos en la parte de bodega, logística y producción de vinos, y 24 en la parte de hospitality donde tenemos dos nuevos restaurantes con mucho éxito: pasamos de tener 300 visitantes al año a tener 16.000 al año. Siempre buscamos la forma de que nuestro equipo de 101 personas tenga la mayor estabilidad posible, dentro de lo que se permite en un contexto de alta volatilidad.

En el mercado interno vendemos sólo el 2% de nuestra producción de vinos. Y si bien estamos en 32 mercados del mundo, el 90% de la exportación se concentra en seis mercados: Estados Unidos, Brasil, Canadá, Inglaterra, Benelux y Asia, fundamentalmente China y Hong Kong. El tipo de vino que producimos es de alto perfil, orientado a la restauración, al negocio de hospitality. Nuestro posicionamiento ha sido la formación de marca y defensa del valor agregado, con vinos de alta calidad y muy buena performance en la prensa internacional.

¿Qué consejos les darías a una mujer que está pensando en crear su propia compañía?

Que siempre tenga fe en sí misma. Que tenga muy claro qué es lo que quiere, porque el foco es fundamental. Y que cualquier experiencia negativa, por no llamarla fracaso, es un nuevo punto de partida, un nuevo aprendizaje en el camino. No hay que olvidarse que la vida está llena de nuevos aprendizajes: tanto en las relaciones personales, en el amor, en las relaciones con los amigos. ¿Entonces por qué no lo podemos tener también en nuestros emprendimientos? No debemos pensar que el trabajo o el emprendimiento es sólo portador de buenas noticias; también puede traer malas noticias, pero esas malas noticias no van a durar para siempre. Significa que hay algo que aprender, o que había un límite anuestro deseo, y hay que ver de qué manera podemos sortear ese límite o escollo. Pero nunca hay que dejar de intentarlo, jamás. Yo creo que es una condición sine qua non de las emprendedoras. Hay que ser optimistas, creer en uno mismo y trabajar por lo que uno cree.